domingo, 27 de octubre de 2013

LORD BYRON (I)






En un álbum

Sobre la fría losa de una tumba
un nombre retiene la mirada de los que pasan,
de igual modo, cuando mires esta página,
pueda el mío atraer tus ojos y tu pensamiento.

Y cada vez cada vez que acudas a leer este nombre,
piensa en mí como se piensa en los muertos;
e imagina que mi corazón está aquí,
inhumado e intacto.

(Versión de Arturo Rizzi)



“Cuando un miembro se debilita, siempre hay otro que lo compensa”


LORD BYRON


Estas palabras siempre harán honor a nuestro escritor de hoy. Su nombre completo es George Gordon Byron, y es  el  sexto Barón de Byron. Se trata de uno de los poetas ingleses  más importantes del periodo Romántico. Nació en Londres en 1788, y murió en Messolonghi (Grecia) en 1824.Hoy vamos a ver un poco de sus orígenes, y en la siguiente entrada veremos su madurez.


Hijo de un capitán (John Mad Jack Byron) y de su segunda esposa ( Catherine Gordon),con los que mantiene una tempestuosa relación, y nieto de John Byron, vicealmirante que dedicó su vida a navegar por el mundo.
Cuando John cuenta con tan sólo tres años de edad, queda huérfano de padre. Éste había huido de su propia  residencia, refugiándose en una propiedad que tenía de su hermana en Francia, huyendo tanto del fuerte temperamento de su esposa, como de los problemas económicos que tanto le agobiaban, queriéndose apartar de sus acreedores. La vida de su progenitor había sido tremendamente desequilibrada; la manutención de sus varias amantes y el derroche de su dinero dejaron a su mujer y su hijo completamente desprotegidos, "regalándoles" nada más que deudas. Aún así, su madre llora desconsoladamente la  pérdida de su marido.


Nos estamos deteniendo en su vida familiar porque ésta marcará profundamente la personalidad del autor al que hoy nos dedicamos. Lord Byron, a pesar del “destrozo material” que  le deja su padre en vida, heredará de él grandes aptitudes que más tarde le serán beneficiosas para escribir su obra. Así, serán el culto a la galantería, su gran amor a la belleza, y una inclinación bastante acentuada hacia una licenciosa vida lo que heredará de éste. La dulzura, el cariño, y el gran temperamento de su madre también estarán profundamente marcados en su modo de ser. Él mismo define la relación con su progenitora como una aventura de golpes y besos. En esta relación amor-odio, ella será la única capaz de entenderlo, como afirmará él mismo. 


Además de sufrir mucho por el frío en sus huesos, su vida quedará marcada por una deformidad en el pie derecho (tenía los dedos hacia adentro). Él siempre pensó que ello era debido a la negativa de su madre a la asistencia médica en el parto, pero ello jamás le detuvo en su ansia para seguir adelante. Tenemos aquí otro claro ejemplo de superación, y de la necesidad de creer en uno mismo y en la capacidad de que se pueden vencer todos los obstáculos por mucho que los demás o el mundo, se obstinen en que esto no pueda ser así. Su padre estaba convencido de que no volvería a andar, pero éste se rebeló contra tal pensamiento, aprendiendo a correr antes que a caminar, y presumiendo de hacerlo más rápido que los demás. Las cualidades a las que hemos aludido en el comienzo, sumadas a sus elegantes y aprendidos modales, hacen que su cojera quede aparentemente disimulada, confundiéndose con una peculiar manera de andar. La burla de los demás se convertiría en su mayor afán de superación.

Por hoy, lo dejamos aquí. Veamos algunos de sus poemas:


Acuérdate de mí

Llora en silencio mi alma solitaria,
excepto cuando está mi corazón
unido al tuyo en celestial alianza
de mutuo suspirar y mutuo amor.

Es la llama de mi alma cual lumbrera,
que brilla en el recinto sepulcral:
casi extinta, invisible, pero eterna...
ni la muerte la puede aniquilar.

¡Acuérdate de mí!... Cerca a mi tumba
no pases, no, sin darme una oración;
para mi alma no habrá mayor tortura
que el saber que olvidaste mi dolor.

Oye mi última voz. No es un delito
rogar por los que fueron. Yo jamás
te pedí nada: al expirar te exijo
que vengas a mi tumba a sollozar.
(Versión de Enrique Álvarez Bonilla)




♠ ♠ ♠




La partida

¡Todo acabó! La vela temblorosa
se despliega a la brisa del mar,
y yo dejo esta playa cariñosa
en donde queda la mujer hermosa,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.
Si pudiera ser hoy lo que antes era,
y mi frente abatida reclinar
en ese seno que por mí latiera,
quizá no abandonara esta ribera
y a la sola mujer que puedo amar.

Yo no he visto hace tiempo aquellos ojos
que fueron mi contento y mi pesar;
loa amo, a pesar de sus enojos,
pero abandono Albión, tierra de abrojos,
y a la sola mujer que puedo amar.
Y rompiendo las olas de los mares,
a tierra extraña, patria iré a buscar;
mas no hallaré consuelo a mis pesares,
y pensaré desde extranjeros lares
en la sola mujer que puedo amar.

Como una viuda tórtola doliente
mi corazón abandonado está,
porque en medio de la turba indiferente
jamás encuentro la mirada ardiente
de la sola mujer que puedo amar.
Jamás el infeliz halla consuelo
ausente del amor y la amistad,
y yo, proscrito en extranjero suelo,
remedio no hallaré para mi duelo
lejos de la mujer que puedo amar.
Mujeres más hermosas he encontrado,
mas no han hecho mi seno palpitar,
que el corazón ya estaba consagrado
a la fe de otro objeto idolatrado,
a la sola mujer que puedo amar.
Adiós, en fin. Oculto en mi retiro,
en el ausente nadie ha de pensar;
ni un solo recuerdo, ni un suspiro
me dará la mujer por quien deliro,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.

Comparando el pasado y el presente,
el corazón se rompe de pesar,
pero yo sufro con serena  frente
y mi pecho palpita eternamente
por la sola mujer que puedo amar.
Su nombre es un secreto de mi vida
que el mundo para siempre ignorará,
y la causa fatal de mi partida
la sabrá sólo la mujer querida,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.

¡Adiós!..Quisiera verla... mas me acuerdo
que todo para siempre va a acabar;
la patria y el amor, todo lo pierdo...
pero llevo el dulcísimo recuerdo
de la sola mujer que puedo amar.
¡Todo acabó! La vela temblorosa
se despliega a la brisa del mar,
y yo dejo esta playa cariñosa
en donde queda la mujer hermosa,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.

(Versión de Ismael Enrique Arciniegas)


♠ ♠ ♠


 Camina bella, como la noche...


Camina bella, como la noche
de climas despejados y de cielos estrellados,
y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
resplandece en su aspecto y en sus ojos,
enriquecida así por esa tierna luz
que el cielo niega al vulgar día.

Una sombra de más, un rayo de menos,
hubieran mermado la gracia inefable
que se agita en cada trenza suya de negro brillo,
o ilumina suavemente su rostro,
donde dulces pensamientos expresan
cuán pura, cuán adorable es su morada.

Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
las sonrisas que vencen, los matices que iluminan
y hablan de días vividos con felicidad.
Una mente en paz con todo,
¡un corazón con inocente amor!






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