lunes, 24 de diciembre de 2012

NOCHEBUENA (I)











Empezamos con un vídeo del nacimiento de Jesús (en versión moderna y muy gracioso):












Hoy es Nochebuena, y mañana Navidad, como diría el villancico, así que hablaremos de aquellos poemas que nuestros autores han escrito para estas fechas. He seleccionado cinco, los que me han llamado más la atención. Ahí van...




El sueño como un pájaro crecía
de luz a luz borrando la mirada;
tranquila y por los ángeles llevada,
la nieve entre las alas descendía.

El cielo deshojaba su alegría,
mira la luz el niño, ensimismada,
con la tímida sangre desatada
del corazón, la Virgen sonreía.

Cuando ven los pastores su ventura,
ya era un dosel el vuelo innumerable
sobre el testuz del toro soñoliento;

y perdieron sus ojos la hermosura,
sintiendo, entre lo cierto y lo inefable,
la luz del corazón sin movimiento

(Luis Rosales)









Jesús, el dulce, viene...
Las noches huelen a romero...
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!

Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría...
Mas la celeste melodía
suena fuera...
Celeste primavera
que la nieve, al pasar, blanda, deshace,
y deja atrás eterna calma...

¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!


(Juan Ramón Jiménez)






Las pajas del pesebre
niño de Belén
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Lloráis entre pajas,
del frío que tenéis,
hermoso niño mío,
y del calor también.
Dormid, Cordero santo;
mi vida, no lloréis;
que si os escucha el lobo,
vendrá por vos, mi bien.
Dormid entre pajas
que, aunque frías las veis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Las que para abrigaros
tan blandas hoy se ven,
serán mañana espinas
en corona crüel.
Mas no quiero deciros,
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer;
que aunque tan grandes deudas
en pajas las cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Dejad en tierno llanto,
divino Emmanüel;
que perlas entre pajas
se pierden sin por qué.
No piense vuestra Madre
que ya Jerusalén
previente sus dolores
y llora con José;
que aunque pajas no sean
corona para rey,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

( Lope de Vega)


  




La Niña a quien dijo el Ángel
que estaba de gracia llena,
cuando de ser de Dios madre
le trujo tan altas nuevas,

ya le mira en un pesebre,
llorando lágrimas tiernas,
que obligándose a ser hombre,
también se obliga a sus penas.

¿Qué tenéis, dulce Jesús?,
le dice la Niña bella;
¿tan presto sentís mis ojos
el dolor de mi pobreza?

Yo no tengo otros palacios
en que recibiros pueda,
sino mis brazos y pechos,
que os regalan y sustentan.

No puedo más, amor mío,
porque si yo más pudiera,
vos sabéis que vuestros cielos
envidiaran mi riqueza.

El niño recién nacido
no mueve la pura lengua,
aunque es la sabiduría
de su eterno Padre inmensa.

Mas revelándole al alma
de la Virgen la respuesta,
cubrió de sueño en sus brazos
blandamente sus estrellas.

Ella entonces desatando
la voz regalada y tierna,
así tuvo a su armonía
la de los cielos suspensa.

Pues andáis en las palmas,
Ángeles santos,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Palmas de Belén
que mueven airados
los furiosos vientos
que suenan tanto.
No le hagáis ruido,
corred más paso,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.

El niño divino,
que está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
sosegar quiere un poco
del tierno llanto,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Rigurosos yelos
le están cercando,
ya veis que no tengo
con qué guardarlo.

Ángeles divinos
que vais volando,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.

(Lope De Vega)







Ya
que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía,

abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,

entre unos animales
que a la sazón allí había,
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,

festejando el desposorio
que entre tales dos había,
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,

que eran joyas que la esposa
al desposorio traía,
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:

el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.

( San Juan de la Cruz)







Os dejo con dos vídeos que  me han  gustado mucho  y con  las fotos de mi Belén (todo el mérito de  mi madre) ¡Que paséis una buena noche! Y ¡Feliz Navidad!














































   FELIZ NOCHE A TODOS…!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!







 




lunes, 17 de diciembre de 2012




Hans Christian Andersen (I)



He  escogido dos textos: La niña de los fósforos, y Un cuento de navidad para incrédulos.
Aunque dedicaremos una entrada a hablar de dicho autor, hoy quiero que veamos dos de sus cuentos más famosos y bonitos de Navidad. Simplemente haré una breve mención a su biografía para situarlo en el tiempo.










Hans Christian Andersen  nació el 2 de Abril de  1805 en Odense,  Dinamarca,   y falleció en 1875. Se trata de uno de los escritores de cuentos de hadas  para niños más conocidos. Nació en Odense y vivió una infancia de pobreza y abandono, criado en el taller de zapatero del padre. Son sus más de 150 cuentos infantiles los que lo han llevado a ser reconocido como uno de los grandes autores de la literatura mundial. Aunque su estilo es  para un lector infantil, a través de un  lenguaje cotidiano y valiéndose de expresiones de los sentimientos e ideas de dicho público,sus mensajes pueden estar perfectamente destinados también a un público adulto. Decía Alejandro Dumas que en lo pequeño está lo grande. El niño contiene al hombre, el cerebro es estrecho y alberga el pensamiento, el ojo es un punto y alberga leguas. Seamos siempre niños...Os dejo con los cuentos, espero que os gusten,





                                         http://youtu.be/UdH1hhImJaU




La niña de los fósforos ( o La cerillera )


¡Qué frío tan atroz! Caía la nieve, y la noche se venía encima. Era el día de Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos.

Tenía, en verdad, zapatos cuando salió de su casa; pero no le habían servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas enormes que su madre ya había usado: tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse a atravesar la calle para que no la pisasen los carruajes que iban en direcciones opuestas.

La niña caminaba, pues, con los piececitos desnudos, que estaban rojos y azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, que le caían en preciosos bucles sobre el cuello; pero no pensaba en sus cabellos. Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se percibía por todas partes. Era el día de Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña.

Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus manecitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!





Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba a la niña en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allí donde la luz cayó sobre la pared, se hizo tan transparente como una gasa. La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría.

Encendió un nuevo fósforo. Creyó entonces verse sentada cerca de un magnífico nacimiento: era más rico y mayor que todos los que había visto en aquellos días en el escaparate de los más ricos comercios. Mil luces ardían en los arbolillos; los pastores y zagalas parecían moverse y sonreír a la niña. Esta, embelesada, levantó entonces las dos manos, y el fósforo se apagó. Todas las luces del nacimiento se elevaron, y comprendió entonces que no eran más que estrellas. Una de ellas pasó trazando una línea de fuego en el cielo.

-Esto quiere decir que alguien ha muerto- pensó la niña; porque su abuelita, que era la única que había sido buena para ella, pero que ya no existía, le había dicho muchas veces: "Cuando cae una estrella, es que un alma sube hasta el trono de Dios".

Todavía frotó la niña otro fósforo en la pared, y creyó ver una gran luz, en medio de la cual estaba su abuela en pie y con un aspecto sublime y radiante.

-¡Abuelita!- gritó la niña-. ¡Llévame contigo! ¡Cuando se apague el fósforo, sé muy bien que ya no te veré más! ¡Desaparecerás como la chimenea de hierro, como el ave asada y como el hermoso nacimiento!

Después se atrevió a frotar el resto de la caja, porque quería conservar la ilusión de que veía a su abuelita, y los fósforos esparcieron una claridad vivísima. Nunca la abuela le había parecido tan grande ni tan hermosa. Cogió a la niña bajo el brazo, y las dos se elevaron en medio de la luz hasta un sitio tan elevado, que allí no hacía frío, ni se sentía hambre, ni tristeza: hasta el trono de Dios.

Cuando llegó el nuevo día seguía sentada la niña entre las dos casas, con las mejillas rojas y la sonrisa en los labios. ¡Muerta, muerta de frío en la Nochebuena! El sol iluminó a aquel tierno ser sentado allí con las cajas de cerillas, de las cuales una había ardido por completo.

-¡Ha querido calentarse la pobrecita!- dijo alguien.

Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto, ni en medio de qué resplandor había entrado con su anciana abuela en el reino de los cielos.





Os  dejo con un cuento que me encanta. Si queréis leer más cuentos de navidad hay una página muy interesante: http://www.elalmanaque.com/navidad/indice-cuentos.htm

Un  beso y Feliz semana,



Cuento de Navidad para incrédulos



Hay muchos años atrapados en esta celosía. Lleva por dentro los detalles, las horas, los instantes precisos de todas las historias de todos los abuelos de la ribera oriental. Hoy, como de costumbre, se abre al mundo y los abalorios de la abuela flotan desadvertidos por las callejas y las gárgolas de aquel santuario en ruinas. Vacilan mucho las manos y la boca, pero siempre que se quiere un grito interno, abre la jaula y nos transforma en cuadros plásticos maquillados a la usanza de aquellas viejas consejas.
Te anaranjeaba la tarde el borde interior de los pómulos y sobre tus dientes se dibujaban las imágenes marinas repletas de estela y serena entrega. Todos recordamos la más dulce triquiñuela de nuestras mocedades; cada merced lleva la suya atada a las lágrimas en la noche de año nuevo. Cada tarantín de la calle retrotrae la mano tierna que roza a hurtadillas la piel de alguna muchacha, en medio de la multitud de nombres que dejan huella tras el pasar del tiempo. Yo siempre me ralentizaba cuando iba a tu encuentro, era el señor de los caramelos y vos montada en tu risa me dabas el asisito matinal de las frutas del mercado.
Aquí estás de nuevo -solía decirme- eres: diciembre. La página en blanco, un trago que fluye por ríos de gentes y secretos hermosos que se pasean por la plaza. Que maravillan el rostro bañado de aceites delineados en la majestuosidad de una mueca pícara por entre miles de ojos que destejen al tiempo. Pintores que añaden sonidos, a estos cuadros vivos de Rafael, en la pulcritud de su atardecer entre nosotros. Las gaitas, sus voces mágicas, Renato fabricando con sus dedos, todo el amor del poeta para acariciar la ciudad. El chino Jung que nos regala el silencio con la paz de su mirada. La tercera siesta, que es Bellorín en su asalto al salto y los bardos que recorren los sueños guiados por Blas, quien dispara al cielo versos que regresan en cometas furtivos sobre las paredes que se encienden como cuando amanece en tus ojos. Cada vez que llegas, me retrata profundo el ojo del tigre y tu beduina mirada como luna del desierto.
Si vos ahora queréis comprender por qué los incrédulos abundan en diciembre, podrás darte perfecta cuenta, que todo se debe precisamente a que los mercaderes no saben hacer otra cosa que vender para comprar tu alegría. Pero no creáis que en vano un pesebre es la luz del mundo; porque imagina por un momento que todo se hubiese desarrollado en un hotel cinco estrellas: como le pediría al que solo tiene esperanza que creyera en los milagros, si la última estrella que tenía para vender te la había guardado y, de tanto esperar por ti se murió. Por eso el angelito que me diste, todos los días me pregunta: A dónde se fue la dueña de mi imagen si vos te quedaste solamente con la soledad de mi espacio...A mí también me dolió, pero no te preocupes: Diciembre me dijo que este año me exoneraba del llanto, por lo tanto me das un abrazo y te devuelvo para siempre la alegría, que solamente una vez ensoñamos.
¡Feliz navidad! Saboreo aún tus fresas y a estos incrédulos que nos miran.





lunes, 10 de diciembre de 2012




TAO TE KING,  Lao Tse. (I)





                                                  http://youtu.be/wHiQ0RPoUE8




Cuando se cura una gran herida, siempre queda una llaga, ¿ Acaso puede ser ésto deseable? Por ello, el Sabio, aun teniendo la peor parte de un acuerdo, cumple con su parte convenida, y no se querella contra los demás. La persona virtuosa cumple con su deber; la persona sin virtud sólo sabe imponer cargas a los demás. La Vía del Cielo carece de afectos personales, pero siempre se halla en armonía con las personas bondadosas.





Hoy vamos a ver uno de los ejes del pensamiento oriental: EL TAO TE KING, de Lao Tse (Versión manejada: John C.H.Wu)


Contiene  81 máximas breves en torno al Tao; se trata de paradojas constantes que nos hacen reflexionar y dejan al lector de algún modo perplejo.
Dotadas muchas de ellas de una gran belleza, estas reflexiones tienen detrás una gran enseñanza, que corresponde a cada uno interpretar. Hay muchas traducciones de esta obra y a veces difieren unas de otras.
Cuenta la leyenda que Lao estuvo meditando dentro del vientre de su madre virgen aproximadamente unos ochenta años hasta que se decidió a nacer.


Hay que dejar claro que no se trata de un libro de ética, filosofía ni tampoco es un libro religioso. Su contenido va más allá. Es una fuente de conocimiento que trasciende todos esos conceptos. Hay que leerlo para saber cuál es su significado.
Sin embargo es necesario señalar su gran dificultad, ya que en una primera lectura podemos encontrar incoherencias en el contenido o incluso frases incomprensibles para nosotros. Por ello es necesaria una mayor profundización. Cada frase encierra una gran verdad, pero es posible que nos cueste su entendimiento o incluso que nunca lleguemos a comprender su verdadero significado.
En la próxima entrada explicaré en qué consiste el taoísmo.


Voy a transcribir algunas de las máximas  que más interesantes me han parecido:


Para mantenerse en la plenitud, ¡cuánto mejor detenerse a tiempo!
Si continúas afilando y usando la espada, no durará mucho tiempo su filo.
Si llenas tu casa de oro y jade, no podrás protegerla continuamente.
Si acumulas riquezas y honores, solo cosecharás calamidades.
Ésta es la Ley del Cielo:
¡Retírate una vez realizada tu labor!


                                                                                ♠♠♠♠♠












La forma suprema de bondad es como el agua.
El agua sabe cómo beneficiar a todas las cosas sin combatir con ninguna.
Va a los lugares que todos desprecian.
Por ello, está cerca del Tao.
Al escoger tu morada, has de saber cómo no apartarte de la tierra.
Al cultivar tu mente, has de saber cómo bucear en las profundidades ocultas.
Al tratar con los demás, has de saber ser amable y bondadoso.
Al hablar, has de saber medir tus palabras.
Al gobernar, has de saber cómo mantener el orden.
Al administrar, has de saber ser eficaz.
Cuando actúes, has de saber escoger el momento oportuno.
Si no luchas contra nadie, estarás libre de todo reproche.


                                                          ♠♠♠♠♠

No ensalzando a las personas de talento, harás que la gente abandone la rivalidad y la discordia.
No valorando bienes difíciles de conseguir, harás que la gente deje de robar y atracar.
No exhibiendo lo que todos codician, harás que los corazones de la gente permanezcan serenos.
Por eso, la manera de gobernar del Sabio empieza por:

Vaciar el corazón de deseos,
llenar los estómagos de alimento,
debilitar las ambiciones
y fortalecer los huesos.

De este modo, hará que la gente permanezca sin conocimientos ni deseos, y cuida de que los que saben no actúen. Practica el No-Hacer, y todo será armonioso.






¡Hasta la semana que viene!




 



lunes, 3 de diciembre de 2012




MIGUEL HERNÁNDEZ (I)






Cebolla = Planta de huerta liliácea, con tallo hueco, hojas largas y cilíndricas, flores de color blanco verdoso y raíz fibrosa que nace de un bulbo esferoidal, blanco o rojizo, formado por capas tiernas y jugosas, de olor fuerte y sabor más o menos picante.
Bulbo comestible de esta planta.









                                             
                                                      http://youtu.be/BUVCMIYQW_s






Miguel Hernández nació el 19 de Noviembre de 2011 en Orihuela, Alicante, y murió el 28 de marzo de 1942.

Se trata de un conocidísimo poeta, al que relacionamos con la Generación del 27
En cuanto a sus orígenes, el autor nació en una familia muy humilde. Fue autodidacta, y por ello, su mérito es mayor. Asombra al leer su obra su capacidad y su inteligencia de quién se ha dedicado con pasión  a sus cabras, pues de niño fue pastor y no ha tenido acceso ni siquiera a unos estudios básicos.

Hay algo que respira profundamente en cada verso de Miguel, y es su ansia, su denuncia, su defensa por la libertad. La igualdad de los hombres será también una de sus grandes preocupaciones.

Deja Orihuela a los veinticuatro años de edad cuando pone rumbo a la capital de España. Son varios personajes los que le influyen en su obra, destacando Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. Este último tiene en su vida un importante papel ya que es quién le transmite su ideario marxista y le inculca las ganas de defender la injusta condición de obreros y campesinos existentes en la época.

Veremos varias entradas de Miguel en las que continuaré hablando de su biografía,  pero hoy quiero centrarme en dos de sus poemas.

Vamos a ver  El Niño yuntero; impresionante poema que destaca por su gran sensibilidad y que es uno de los más conocidos de Miguel Hernández.. Especial poema que puede servir en prácticamente todas las épocas, y también en la actualidad. Lo podemos ver como un canto a respetar las edades, una  denuncia generalizada a lo que desgraciadamente hoy sigue existiendo: la explotación infantil. Genialmente recitado a mi parecer, os dejo con él:











                                                        http://youtu.be/xBQEiJIeVW0




EL NIÑO YUNTERO

Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros
.

♦♦♦♦♦♦♦♦♦










 
Miguel Hernández, que murió en 1942, escribió durante su encarcelamiento a su querida esposa: "Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho, ya que aquí no hay para mí otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme...”.

Envió la nana a su esposa, y nunca pudo ver a su hijo.

He puesto al comenzar la definición de cebolla que puede venir en cualquier diccionario. En el poema que vamos a ver el autor nos dará su propia definición de este alimento. Se trata de una de las más tristes “canciones de cuna” de la llamada Generación del 36.

 Miguel Hernández es encarcelado por participar  en el bando republicano en la sexta división. Éste es el último poema perteneciente al “Cancionero y romancero de ausencias”, que el autor empieza a escribir en 1938 (ésta es de 1939).
Lo escribió en la cárcel  en  un trozo de papel higiénico.
En este cancionero se habla fundamentalmente del  hijo fallecido del autor, la nueva llegada a la familia Hernández, y  de su esposa, a la que adora.

También derrocha un tinte político planteando su   frustración por la derrota de los republicanos ante los fascistas.

En 1942, tras una grave enfermedad  muere en el reformatorio de adultos de Alicante.

Os dejo con una bonita canción que interpretan Serrat y Alberto Cortez  del poema La nana de la cebolla. Este poema es especialmente recordado, impresionante por la  sensibilidad que desprende y por la crudeza de la realidad que relata. Cada frase, cada expresión, encierran también esa fase de la vida que hay que cuidar con extremo cuidado, la infancia, que debe permanecer ajena a las desgracias del exterior. Así lo expresan sus últimos versos cuando dice:


Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.



Espero que os guste. Besos y hasta la semana que viene,




                                                http://youtu.be/nQDdECYgg9w


Nanas de la cebolla

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre su cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma, al oírte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pones alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,súbito el párpado,
y el niño como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño;
nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.