ALEJANDRA PIZARNIK (I)
“La soledad es no poder decirla”
“Cuando pienso en Alejandra la veo pasar, solitaria, en una de esas enormes burbujas del Bosco donde yacen parejas desnudas, dentro de un mundo tan tenue que sólo por milagro no estalla a cada segundo. Pero la suya es una burbuja nocturna, irisada como una perla negra. Criatura fascinada y fascinante, víctima y maga, ardía en la hoguera y, al mismo tiempo, con esa maldad de la poesía, prendía fuego al mundo circundante, lo hacía arder con una fosforescencia tierna y sombría, que iluminaba su rostro de niña con una sonrisa fantasma. Niña predestinada a ser vista, con los ojos absortos, en la ventana de un caserón ruinoso, en alguna de esas aldeas de la Alquimia del Verbo, entrevistas en el fondo de un lago. Pero aún allí, en la profundidad de los sueños, fue también la extranjera, la extraviada de sí misma. Una desconocida con su mismo rostro avanzaba hacia ella en todo lugar, en todo instante de su existencia terrestre, interrogándola con las preguntas más desgarradoras, planteándole sin cesar sus propios enigmas, el misterio de todo amor y de toda ausencia. Porque Alejandra permaneció siempre en el linde perdido de otra ribera, cuyo eco no dejó nunca de resonar en las zonas de sombra de su ser con la nostalgia de "los verdes paraísos de los amores infantiles".
Pocos seres he conocido tan plenos de fatalidad poética. Extrañamente, todos sus elementos, sus pájaros, sus nubes, su país de huérfana que oculta un secreto desmesurado, su memoria y su pasión se ordenan en dos coordenadas esenciales: el deslumbramiento de la infancia, cuyos poderes sobrevivían en ella, y un permanente sentimiento de muerte, como otro deslumbramiento terrible que la precipitaba al asombro y al terror. Duende desposeído por la caída, cautiva de un reino perdido, sólo podría ver las cosas a la luz de esa exigencia inflexible y sin consuelo. No tenía salvación: no había aprendido a mentirse, a resignarse, a olvidar.
Pero la fascinación de la infancia perdida se convierte en ella, por una oscura mutación que cambia los signos, en la fascinación de la muerte, igualmente deslumbradora una y otra, igualmente plenas de vértigo. Toda su poesía gira en torno a estos dos polos magnéticos, dos solicitaciones extremas que se funden en su voz y le dan, desde sus primeros libros hasta sus últimos textos, un acento inconfundible, una emoción esencial y de una calidad extrañamente perturbadora. En uno de los planos más remotos de su conciencia, una imagen materna, blanca y luminosa, la acoge y la protege, le revela las cosas y los sueños en una unidad total. En el extremo opuesto, una mujer pálida y nocturna, la acoge también con la misma solicitud maternal, con una tenebrosa belleza. Hacia una y otra la hija del insomnio corre con los brazos tendidos.
Ahora que tantas parejas enamoradas escuchan su palabra, ¿qué puede darles ella? No la esperanza ni la calma, sino una exaltación, una apuesta perdida. Un paraíso infantil doblado por el paraíso de la muerte, la aventura del amor y su imposible realidad.
La letra de Alejandra era pequeñita, como un camino de hormigas o un minúsculo collar de granos de arena. Pero ese hilo, con toda su levedad, no se borrará nunca, es uno de los hilos luminosos para entrar y salir del laberinto.
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He pensado que antes de hablar un poco de la biografía de Alejandra Pizarnik es más acertado poner este prólogo de Enrique Molina a la re-edición en Botella al Mar de los libros "La última inocencia" y "Las aventuras perdidas" (Buenos Aires, 1976). En él nos podemos hacer una clara idea de cómo la veían las personas que la rodeaban.
EL SILENCIO ES LUZ
El silencio es luz
el canto sabio de la desdicha
emana tiempo primitivo
buscaba la piedra no el pan
un himno inocente no las maldiciones
el conocimiento de mis nombres
para olvidarlos y olvidarme
pero lo que no busqué es el exilio
ni tampoco me dije mentiras
no adoré el sol
pero no esperé esta luz negra
al filo del mediodía.
el canto sabio de la desdicha
emana tiempo primitivo
buscaba la piedra no el pan
un himno inocente no las maldiciones
el conocimiento de mis nombres
para olvidarlos y olvidarme
pero lo que no busqué es el exilio
ni tampoco me dije mentiras
no adoré el sol
pero no esperé esta luz negra
al filo del mediodía.
ALEJANDRA PIZARNIK nació en Buenos Aires, Argentina, el 29 de Abril de 1936 en una familia de inmigrantes judíos, y murió en la misma ciudad, el 25 de Septiembre de 1972. Su obra literaria se acerca al surrealismo y al simbolismo; se trata de una maravillosa poeta y ensayista, cuya obra resultará una de las propuestas más rupturistas y significativas del siglo XX.
Podemos estructurar su producción literaria en tres etapas: una primera en Buenos Aires, en la que se inicia en el mundo literario y empieza su período de aprendizaje. En 1953, Alejandra Pizarnik entra en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, cursando en forma intermitente hasta 1957, cuando se cambia a la Escuela de Periodismo. Una segunda, en la que entra en contacto con lo internacional y en la que ya se aprecia la madurez y la apertura a nuevas perspectivas (París, 1960- 1964). En 1960 viaja a Francia y reside en París por cuatro años, estudiando Literatura Francesa en La Sorbona , trabajando para la revista "Les Lettres Nouvelles" y haciendo traducciones de autores surrealistas. Y una tercera en la que por un lado llega a la plenitud, pero en la que por otra comienza su enfermedad, con sucesivos delirios y obsesiones. En 1965, Alejandra Pizarnik retorna a Buenos Aires (Argentina) y obtiene en 1968 la beca Guggenheim, viajando tiempo después a Nueva York (Estados Unidos) y París (Francia). Entre 1970 y 1972 entra en un estado de depresión muy grave, que la llevó a intentar suicidarse en reiteradas circunstancias, hasta que finalmente es internada en un hospital psiquiátrico (1972), en el que se permite que los fines de semana pueda marcharse a su casa. Alejandra Pizarnik se suicida en su departamento con una sobredosis intencional de "Seconal", aprovechando una de sus salidas del hospital. Cuenta solo con treinta y seis años.
La obra de Alejandra Pizarnik se remite mayormente a la poesía, influenciada principalmente por el surrealismo y de característica concisa, temática nocturna y angustiada, transparente y muy elaborada Como ocurre con muchos autores, sus poemas serán reflejo de sus problemas mentales.
¿Cuáles fueron las causas que llevaron a suicidarse a Alejandra? Una vez más se trata de una vida conflictiva, que tuvo lugar desgraciadamente ya desde su infancia. Cuando era muy pequeña tenía graves problemas consigo misma y en su relación con los demás. Se expresaba en un castellano rebelde (al ser hija de inmigrantes rusos), y tenía problemas de dicción que unido a su tartamudez, su acné, su sobrepeso y su tartamudez la llevan a tener una dificultosa adolescencia. En lugar de mejorar con el tiempo, sus problemas se agrandan a medida que van pasando los años. Con grandes trastornos alimenticios comienza a consumir frecuentemente anfetaminas; será seriamente tratada, pero su adicción a las pastillas la llevarán al fatal desenlace a una edad muy temprana.
A la espera de la oscuridad
Ese instante que no se olvida
tan vacío devuelto por las sombras
tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
desnudo desnudo de sangre de alas
sin ojos para recordar angustias de antaño
sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.
Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
a tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
humedecen las únicas palabras
por las que vale vivir.
Pero ese instante sudoroso de nada
acurrucado en la cueva del destino
sin manos para decir nunca
sin manos para regalar mariposas
tan vacío devuelto por las sombras
tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
desnudo desnudo de sangre de alas
sin ojos para recordar angustias de antaño
sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.
Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
a tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
humedecen las únicas palabras
por las que vale vivir.
Pero ese instante sudoroso de nada
acurrucado en la cueva del destino
sin manos para decir nunca
sin manos para regalar mariposas
a los niños muertos.
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Os dejo con algunas de las frases de Alejandra Pizarnik que merecen ser citadas:
(¡Qué paséis buena semana!)
“Yo no se de pájaros, no conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad debería tener alas”
“Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo? Deseaba un silencio perfecto. Por eso hablo.”
“Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En ese sentido, el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y, además, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos”
“Recibe este rostro mío, mudo, mendigo. Recibe este amor que te pido. Recibe lo que hay en mí que eres tú”
“No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris”
“La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”
“Una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo”
“Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto”
“Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste”
“Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.”
“Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz”
“No quiero ir nada más que hasta el fondo"
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