domingo, 19 de octubre de 2014

KHALIL GIBRAN (2)






Gibran , desde joven, se sintió influenciado por la noción romántica del poeta como un donante desinteresado. Más tarde, reconsidera dicha noción, aplicándola a la religión.


Creía firmemente que cada persona debería dar lo que más ama, es decir, darse a sí mismo, y que todo en la vida debería, tanto ofrecerse, como recibirse, como un regalo. Incidía en la idea de que ninguno de nosotros, ya sea como donantes o como destinatarios, podemos poseer nada, ni objetos materiales, ni personas. En la antología ilustrada de Ayman a. El-Desouky, se pone el ejemplo de cómo compartía dichos valores con Mary Haskell, a la que acudía cuando tenía dificultades financieras. Mary, procedente de una acomodada  familia, había heredado la riqueza, el fuerte carácter, y el sentido de la justicia de su padre. El 29 de noviembre de 1913, ésta le escribió a Gibran:


“Las cosas nos vienen de Dios, no de las personas, pero sólo a través de las personas, de lo que se encuentra en ellas, que va más allá de su limitada humanidad, de vuestro dios personal, a través de su limitado yo humano”


Terminan el comentario de este apartado en la antología, diciendo que el tema del dar y recibir es uno de los motivos centrales no sólo de la obra del escritor, sino de su vida y sus relaciones, y encuentra su expresión más completa hacia el final de su vida.





                                                                http://diarioximpersonal.blogspot.com.es/2012/05/blog-post.html






SOBRE EL DAR




Entonces, un hombre rico dijo: “Háblanos del dar”. Y él contestó: “Dais, pero muy poco cuando dais vuestros bienes. Es cuando dais algo de vosotros mismos que realmente dais.
Pero ¿qué son vuestras posesiones sino cosas que conserváis y guardáis por miedo a que pudierais necesitarlas mañana?

Y mañana, ¿qué traerá el mañana al perro demasiado previsor que entierra huesos en la arena sin huellas mientras sigue a los peregrinos hacia la ciudad santa?

¿Y qué es el miedo a la necesidad sino la necesidad misma?

¿No es, en realidad, el terror a la sed, cuando el manantial esté lleno, la sed verdaderamente insaciable?

“Hay quienes dan poco de lo mucho que tienen, y lo dan buscando el reconocimiento, de modo que su oculto deseo hace que sus regalos sean desagradables. Y hay quienes tienen poco y lo dan todo. Estos son los que creen en la vida y en la recompensa que ésta ofrece, y su cofre nunca está vacío.

Hay quienes dan con alegría y esa alegría es su premio. Y hay quienes dan con dolor y ese dolor es su bautismo.

Y hay quienes dan y no conocen el dolor de dar, ni buscan la alegría, ni dan con la conciencia de la virtud.

Dan como el mirto que despliega su fragancia en el espacio del hondo valle.

A través de las manos de los que son así, Dios habla, y desde el fondo de sus ojos sonríe sobre la tierra.

Es bueno dar cuando se ha pedido, pero es mejor dar sin haber pedido a través de la comprensión.

Y, para la mano abierta, la búsqueda de aquel que recibirá es un gozo mayor que el dar.

¿Y hay algo que pudierais ocultar?

Todo lo que tenéis será algún día dado.

Por lo tanto, dad ahora que el tiempo de dar puede ser vuestro y no de vuestros herederos.

Con frecuencia decís: “Daría, pero solo al que lo mereciera”.
Los árboles  en vuestro huerto no hablan así, ni los rebaños en vuestra pradera. Ellos dan para poder vivir, ya que retener es perecer. Sin duda, todo aquel que merece recibir sus días y noches merece todo lo demás de vosotros. Y aquel que mereció beber el océano de la vida merece llenar su copa de vuestro pequeño arroyo.

¿Y cuál sería el mérito mayor que el de aquel que se encuentra en el valor y en la confianza, no en la caridad del recibir?

¿Y quienes sois vosotros para que los hombres os muestren su seno y descubran su orgullo de modo que podáis ver su valía desnuda y su imperturbable orgullo?

Ved primero que vosotros mismos merecéis ser un dador y un instrumento del dar.


Porque, en verdad, es la vida la que da la vida, mientras que vosotros, que os creéis dadores, no sois sino testigos.

“Y vosotros, los que recibís –y todos vosotros recibís- no asumáis el peso de la gratitud, no sea que coloquéis un yugo sobre vosotros mismos y sobre quien os da.

Alzaos, mejor, junto a la persona que os da sobre sus regalos como sobre unas alas. Porque ser conscientes de vuestra deuda es dudar de la generosidad de aquel que tiene el corazón libre de la tierra como madre y a Dios como padre”.




De El profeta, 1923


















































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