lunes, 8 de octubre de 2012

SYLVIA PLATH (I)




“El no ser perfecta, me hiere”




Empezamos con este  precioso vídeo para introducirnos: http://youtu.be/Gdd_i_nAW5o


        Era una tarde de facultad y teníamos que hacer una exposición del autor que hubiésemos elegido. Le tocaba el turno a mi compañero Luis y empezó hablando de alguien de quién yo jamás había oído hablar: Sylvia Plath. Creo que la curiosidad por saber más de ella me salpicó de inmediato. Hablábamos en clase del significado que los datos extraliterarios pueden tener en cualquier texto, es decir, sobre si es imprescindible o no saber de la vida del autor para comprender sus poemas. Ha habido muy diversas opiniones acerca de ello. Algunos consideran que es necesario y otros se fijan únicamente en la inmanencia del texto, es decir, el texto en sí, dejando fuera todo lo demás, como pueden ser las circunstancias sociales de la época,  las culturales, la biografía del propio autor, etc. (postura extremadamente radical). Simplificando mucho podemos decir que ambas cosas son importantes y complementarias.


Pero es obvio que esta vez si; la  necesidad de saber un poco de  la vida de Sylvia  es necesario  para entender su poesía, y por ello voy a hablar un poco de su biografía.

Cuando empecé a escuchar la exposición creo que lo que me hizo alarmarme fue su tremenda muerte. Ella murió cerrando la puerta de la cocina y metiendo la cabeza dentro del horno. Es una de las muertes más horribles que he oído, pensé. Y rápidamente quise saber qué era lo que le había impulsado hacia ese tremendo final.


De esta manera quise leer sus poemas, y saber qué es lo que puede llevar a una mente a querer desaparecer de este mundo de una forma tan sumamente desagradable. Sabemos que son demasiados los escritores que se suicidan; se me ocurren Virginia Woolf, Baudelaire, etc. Y es normal que nos planteemos cómo alguien que tiene esa sensibilidad puede llegar a este final. Quizás la razón sea que ellos pueden captar el mundo de una manera tan especial  que llega un momento en que éste les supera. Pero no nos quedemos con lo negativo y  pensemos que también hay otros muchos que lo hacen de igual manera y han tenido y tienen  fuerzas para seguir viviendo.






Silvia Plath fue poeta y ensayista norteamericana nacida en  un suburbio de Boston, en Jamaica Plain, en 1932. Comenzó a escribir sus poemas desde edad muy temprana: ocho años. Parece que todo transcurrió en su vida de manera acelerada, pues antes de sus diecisiete años le diagnosticaron un trastorno bipolar que le condujo a intentar suicidarse. Fue sometida a un duro tratamiento psiquiátrico, y aún así graduarse de manera muy exitosa en el Smith College. Posteriormente obtuvo una beca para la Universidad de Cambridge donde conoció a su futuro marido; Ted Hughes, con quién se casó en 1956. Vida triste, rodeada de enfermedad, sumado a un duro divorcio, le llevan a quitarse la vida en 1963. Treinta años, una vida agotada extremadamente pronto, pero un gran legado  promovido por el que fue su marido. Fue la primera poeta en recibir el premio Pulitzer post-mortem.


Sylvia era una completa amante de la perfección, incluso a la hora de morir. El 11 de febrero de 1963 selló cuidadosamente las puertas de la habitación  de sus dos hijos: Nicholas y Frieda. Dicen que dejo al lado de éstos dos vasos de leche y se aseguró de que el escape de gas no pudiese dañarlos. Metió la cabeza en el horno y se despidió de la vida. Morir también debía ser un acto llevado a cabo con la mayor precisión posible. Cuando fallece no es demasiado conocida en el ámbito literario; ni siquiera su muerte es demasiado trascendente para la prensa.


¿Por qué puede llegar alguien a terminar de esta manera? Lo que sabemos es que su vida era una vida de apariencias, como la época exigía.
A pesar de ser una poeta genial, los últimos meses de su vida vivió en un apartamento en muy  malas condiciones y en una tremenda soledad. De puertas hacia fuera fue una gran persona, complaciente con todo su alrededor (todos los excesos son malos) y aparentando tener un matrimonio perfecto. Sin embargo, tras esa máscara, vemos a una mujer que no pudo expresar la pasión que tenía en su interior, que había tenido un infeliz matrimonio y que , sobre todo,  se sentía insatisfecha consigo misma.


Su enfermedad se debe sobre todo a ese perfeccionismo del que hemos hecho mención, que se vuelve paranoia, tanto en sus relaciones con la gente como en su propio verso.

Cuando acabé de leer sus poemas tuve una extraña sensación de desasosiego. Parece una poeta maldita, sin ningún ápice de optimismo. Creo que su poesía es tan fuerte que puede llegar a influir en el ánimo de quién lee sus versos. Crea a su alrededor un ambiente siniestro, como endemoniado.  Tras esa aparente sonrisa vamos conociendo a una persona que tiene el corazón destrozado.

                                                                                                 
                                                      
                                                               




Con solo ver estas fotos no podríamos ni siquiera imaginar lo que realmente ocurría en su mente.
Es curioso el  desprecio absoluto que tiene  por el género masculino, especialmente por su padre al que odia hasta el punto de tratarlo como a un nazi en sus poemas. Sin embargo se tratará más bien de una  relación amor-odio. Lo transcribo para que se vea hasta donde llega la brutalidad de sus versos:




PAPI

Tú ya no, tú ya no
me sirves, zapato negro
en el que viví treinta años
como un pie, mísera y blancuzca,
casi sin atreverme ni a chistar ni a mistar.

Papi, tenía que matarte pero
moriste antes de que me diera tiempo.
Saco lleno de Dios, pesado como el mármol,
estatua siniestra, espectral, con un dedo del pie gris,
tan grande como una foca de Frisco,

Y una cabeza en el insólito Atlántico
donde el verde vaina se derrama sobre el azul,
en medio de las aguas de la hermosa Nauset.
Yo solía rezar para recuperarte.
Ach, du.

En tu lengua alemana, en tu ciudad polaca
aplastada por el rodillo
de guerras y más guerras.
aunque el nombre de esa ciudad es de lo más corriente.
Un amigo mío, polaco,
afirma que hay una o dos docenas.
Por eso yo jamás podía decir dónde habías
plantado el pie, dónde estaban tus raíces.
Ni siquiera podía hablar contigo.
La lengua se me pegaba a la boca.

Se me pegaba a un cepo de alambre de púas.
Ich, ich, ich, ich,
Apenas podía hablar.
Te veía en cualquier alemán.
Y ese lenguaje tuyo, tan obsceno.

Una locomotora, una locomotora
silbando, llevándome lejos, como a una judía.
Una judía camino de Dachau, Auschwitz, Belsen.
Empecé a hablar como una judía.
Incluso creo que podría ser judía.

Las nieves del Tirol, la cerveza rubia de Viena
no son tan puras ni tan auténticas.
Yo, con mi ascendencia gitana, con mi mal hado
y mi baraja del Tarot, y mi baraja del Tarot,
bien podría ser algo judía.

Siempre te tuve miedo: a ti, a ti
con tu Luftwaffe, con tu pomposa germanía,
con tu pulcro bigote y esa
mirada aria, azul centelleante.
Hombre-pánzer, hombre-pánzer, Ah tú…

No eras Dios sino una esvástica
tan negra que ningún cielo podía despejarla.
Toda mujer adora a un fascista,
la bota en la cara, el bruto
bruto corazón de un bruto como tú.

Mira, papi, aquí estás delante del encerado,
en esta foto tuya que conservo,
con un hoyuelo en el mentón en lugar de en el pie,
mas sin dejar por eso de ser un demonio,
el hombre de negro que partió

de un bocado mi lindo y rojo corazón.
Yo tenía diez años cuando te enterraron.
A los veinte intenté suicidarme
para volver, volver a ti.
Creía que hasta los huesos lo harían.

Pero me sacaron del saco
y me amañaron con cola.
Y entonces supe lo que tenía que hacer.
Creé una copia tuya,
un hombre de negro, tipo Meinkampf,

amante del tormento y la tortura.
Y dije sí, sí quiero.
Pero, papi, esto se acabó. He desconectado
el teléfono negro de raíz, las voces
ya no pueden reptar por él.

Si ya había matado a un hombre, ahora son dos:
el vampiro que afirmaba ser tú
y que me chupó la sangre durante un año,
Siete años, en realidad, para que lo sepas.
Así que ya puedes volver a tumbarte, papi.

Hay una estaca clavada en tu grueso y negro
corazón, pues la gente de la aldea jamás te quiso.
Por eso bailan ahora, y patean sobre ti.
Porque siempre supieron que eras tú, papi,
papi, cabrón, al fin te rematé.



La muerte de su padre significa para ella abandono, el primero y el que provocaría en su vida los primeros sentimientos de odio y venganza. Desgraciadamente volverá a sentir el abandono años después tras la mala relación que tiene con su marido y que acaba tras siete  años de matrimonio de celos e infidelidades. Está sola de nuevo, y ello será motivo para desencadenar ese odio hacia todos los hombres: devoro hombres como el viento, dice en uno de sus poemas.


 Sin embargo dicen que todo lo negativo tiene su parte positiva y esa parte será, sin duda, que durante los ocho meses posteriores a la separación de la pareja se convertirá en una auténtica genio y creará sus mejores poemas. Ellos serán recogidos por Ted en Ariel y Árboles invernales.

La muerte es el tema obsesivo en su poesía. Dejo su análisis para la segunda parte para no alargarme demasiado. Hoy solo quería que la conocieseis un poquito personalmente; el próximo día hablaré  de su poesía, que es francamente dura, pero impresionante.

Que tengáis un buen día.  Os dejo con un vídeo que merece la pena escuchar y  cuyo autor es Alfonso Costafreda con la voz de Anna M. Raset:  http://youtu.be/QrjjAoW1v_w

( Nota: Me habéis dicho algunos de vosotros que no podíais  publicar comentarios; estoy en ello! Me estoy iniciando en este mundo…)

Feliz semana, y hasta el lunes que viene!

2 comentarios:

  1. Realmente es desgarradora,sentida,casi cruel,pero profunda poesía de una clara mente atormentada,Sin duda ,como es lo usual,se requiere conocer los datos personales para comprenderla,Es obvio que su niñez, y más en concreto su padre,dejaron una huella indeleble en su vida que la marcarón para siempre y que no pudo superar.O tal vez prefirió no cicatrizar,y elegir la excitación y la droga de un marido semejante a su progenitor,antes que enfrentarse a su dolor y caos interior que escondía bajo su extremo perfeccionismo.A veces parece mejor dejarse llevar,como si no hubiese otra opción,y lo peor es que muchas veces no hay nadie para hacerte ver en tu ceguera la salida.Claro que,de no haber elegido el camino del abismo,no sería hoy inmortal y no estaríamos hablando de su obra,ni nos hubiera dejado ese legado;además qué poeta no tuvo una vida turbulenta.
    Como decía kafrune "...tú crees que eres distinto porque te llaman poeta y tienes un mundo aparte más allá de las estrellas,de tanto mirar a la luna,ya nada sabes mirar,eres como un pobre ciego que no sabe a donde vas".
    Y ciertamente esta gran poeta tenía su quimica alterada,pues aunque se preocupó de dejar el vaso de leche a sus hijos y sellar sus habitaciones,olvidó quererlos,protegerlos..quizás estaba tan incapacitada como su padre.De todos modos es una história que se repite cada día,al socaire de lo que llaman violencia de género..
    Pero aquí,lo importante es como Elena nos ha relatado y descubierto,con una prosa melodiosa,romántica y sensible,esta poesía que ha desterrado para su blog,y en verdad que merece ser rescatada;ya quedan pocos espíritus tan descarnados,es un brindis a lo humano y un bofetón a los seres robotizados,Sigue en la misma linea hipnotizándonos.

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