En primer lugar vamos a ver qué exactamente
una fábula. Se trata de un género
narrativo en verso o prosa que tiene un fin didáctico .En el Index motifs, catálogo de motivos de
relatos folclóricos de Antti Aarne y Stith Thompson, las fábulas aparecen clasificadas
como cuentos de animales.
Las fábulas suelen ser breves,
protagonizadas por animales personificados,
y contienen una enseñanza o moraleja de
carácter instructivo, que suele figurar al final del texto
Este género tiene su origen en
las civilizaciones antiguas del Oriente Próximo, pero lo desarrollan aún más
los escritores greco-latinos, como Esopo y Fedro. El mejor ejemplo de la
literatura española de la
Edad Media viene del Libro de Buen Amor, del Arcipreste
de Hita, y en el siglo XVIII y lo cultivaron los escritores Tomás de Iriarte y
Félix M. Samaniego.
Las fábulas suelen, a veces,
confundirse con otro tipo de textos. Por ejemplo, debe aprenderse a diferenciar
entre ésta y la parábola, o con un sermón panerético, pues la intención de este
último es recomendar que se siga una conducta ética.
No debe confundirse tampoco con
un apólogo, que es mucho más general, y en el que pueden intervenir también
personajes, que pueden ser tanto animados como inanimados.
Lo que es cierto es que se trata
de un género sujeto a la transmisión oral, que se ha ido manteniendo de
generación en generación, y que ello le hace diferenciarse de géneros más
mutables como la novela, el relato o el cuento.
No confundamos tampoco la fábula
como género literario de la fábula argumental (o argumento), pues esta última
es uno de los seis elementos que forman la tragedia según Aristóteles. (Junto a
con los caracteres, el canto, la elocución, el pensamiento y el espectáculo) y
que viene explicado en su famosa Poética.
¡Os dejo con una fábula muy
chula!
Besos, y hasta la semana que
viene.
♣♣♣♣♣♣♣♣
Érase una vez un granjero que,
mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho malherido.
Se lo llevó a su casa, lo curó y
lo puso en su corral, pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y
a comportarse como estos.
Un día, un naturista que pasaba
por allí le preguntó al granjero:
¿Por qué este águila, el rey de
todas las aves y pájaros permanece encerrado en el corral con los pollos?
El granjero le contestó:
Me lo encontré malherido en el
bosque, y como le he dado la misma comida que a mis pollos y le he enseñado a
ser como un pollo, no ha aprendido a volar. Se comporta como los pollos y, por
tanto, ya no es un águila.
El naturista dijo:
El tuyo me parece un bello gesto,
haberle recogido y haberle curado y cuidado. Además le has dado la oportunidad
de sobrevivir y le has proporcionado la compañía y el calor de los pollos de tu
corral.
Sin embargo, tiene corazón de
águila y con toda seguridad, se le puede enseñar a volar. ¿Qué te parece si le
ponemos en situación de hacerlo?
No entiendo lo que me dices. Si
hubiera querido volar, lo hubiese hecho. Yo no se lo he impedido
Es verdad, tú no se lo has
impedido, pero como tú muy bien decías antes, como le enseñaste a comportarse
como los pollos, por eso no vuela. ¿Y si le enseñáramos a volar como las
águilas?.
¿Por qué insistes tanto? Mira, se
comporta como los pollos y ya no es un águila, qué le vamos a hacer. Hay cosas
que no se pueden cambiar.
Tengo mis dudas, porque ¿qué es
lo que cambia si en lugar de pensar en las dificultades, pensamos en las
posibilidades?
Me parece una buena pregunta la
que me haces. Si pensamos en las dificultades, es más probable que nos
conformemos con su comportamiento actual. Pero ¿no crees que si pensamos en las
posibilidades de volar esto nos invita a darle oportunidades y a probar si esas
posibilidades se hacen efectivas?
Es posible.
¿Qué te parece si probamos?
Probemos
Animado, el naturista al día
siguiente sacó al aguilucho del corral, lo cogió suavemente en brazos y lo
llevó hasta una loma cercana. Le dijo:
Tu perteneces al cielo, no a la
tierra. Abre tus alas y vuela. Puedes hacerlo.
Estas palabras persuasivas no
convencieron al aguilucho. Estaba confuso y al ver desde la loma a los pollos
comiendo, se fue dando saltos a reunirse con ellos. Creyó que había perdido su
capacidad de volar y tuvo miedo.
Sin desanimarse, al día
siguiente, el naturista llevó al aguilucho al tejado de la granja y le animó
diciendo:
Eres un águila. Abre las alas y
vuela. Puedes hacerlo.
El aguilucho tuvo miedo de nuevo
de si mismo y de todo lo que le rodeaba. Nunca lo había contemplado desde
aquella altura. Temblando, miró al naturista y saltó una vez más hacia el
corral.
Muy temprano al día siguiente el
naturista llevó al aguilucho a una elevada montaña. Una vez allí le animó
diciendo:
Eres un águila, abre las alas y
vuela.
El aguilucho miró fijamente los
ojos del naturista. Éste impresionado por aquella mirada, le dijo en voz baja y
suavemente:
No me sorprende que tengas miedo.
Es normal que lo tengas. Pero ya veras como vale la pena intentarlo. Podrás
recorrer distancias enormes, jugar con el viento y conocer otros corazones de
águila. Además estos días pasados, cuando saltabas pudiste comprobar qué fuerza
tienen tus alas. El aguilucho miró alrededor, abajo hacia el corral, y arriba,
hacia el cielo. Entonces, el naturista lo levantó hacia el sol y lo acarició
suavemente el aguilucho abrió lentamente las alas y finalmente con un grito
triunfante, voló alejándose en el cielo. Había recuperado por fin sus
posibilidades.
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