¡ Comenzamos con este vídeo!
Las tierras, las tierras, las tierras de España,
Las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
Jinete del pueblo,
Al sol y a la luna.
¡A galopar,
A galopar,
Hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
Las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
Caballo cuatralbo,
Caballo de espuma.
¡A galopar,
A galopar,
Hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
Que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
Jinete del pueblo,
Que la tierra es tuya.
¡A galopar,
A galopar,
Hasta enterrarlos en el mar!
Las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
Jinete del pueblo,
Al sol y a la luna.
¡A galopar,
A galopar,
Hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
Las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
Caballo cuatralbo,
Caballo de espuma.
¡A galopar,
A galopar,
Hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
Que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
Jinete del pueblo,
Que la tierra es tuya.
¡A galopar,
A galopar,
Hasta enterrarlos en el mar!
Éste es uno de mis poemas de Alberti preferidos:
Dejé por ti mis bosques, mi perdida
Arboleda, mis perros desvelados,
Mis capitales años desterrados
Hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
Un resplandor de fuegos no apagados,
Dejé mi sombra en los desesperados
Ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
Caballos sobre el sol de las arenas,
Dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
Tanto como dejé para tenerte.
Arboleda, mis perros desvelados,
Mis capitales años desterrados
Hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
Un resplandor de fuegos no apagados,
Dejé mi sombra en los desesperados
Ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
Caballos sobre el sol de las arenas,
Dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
Tanto como dejé para tenerte.
No había leído demasiado acerca
de este autor. Creo que es porque un día, cuando estaba estudiando Derecho, fui
a hablar al despacho del temido profesor de derecho político. No me pareció ni
grosero ni un ogro como me lo habían definido. Supongo que la gente siempre juzga
sin saber, y nunca me he guiado por la opinión mayoritaria de la gente.
Primero, porque prefiero experimentar las cosas por mí misma, y segundo, porque
he podido comprobar las más de las veces que la mayoría muchas veces se
equivoca. El caso es que de la asignatura no hablé mucho, pero cuando le conté
que en realidad no me estaba apasionando demasiado la carrera, y que lo que me
gustaba era, en realidad, la literatura, me hizo abrir el libro, que él mismo había escrito, y recitar un poema de
Alberti. Tuve que hacerlo, claro. Y ya no volví a leer nada de él hasta hace
poco.
Rafael Alberti Merello
nació en El Puerto de Santa María, Cádiz, el 16 de Diciembre de 1902, y murió
en el mismo lugar el 28 de Octubre de 1999.
Creo que todos podemos recordar,
ya que en el colegio incidían mucho sobre ello, que fue uno de los miembros de
la conocida Generación del 27. Reconocido su merecimiento como poeta, se le
considera uno de los mayores literatos españoles de la llamada Edad de
Plata de la literatura española.
Tras la Guerra Civil Española, se
exilió (como ya sabréis pertenecía al Partido Comunista), y tras el final de la
dictadura de Franco es nombrado Hijo
Predilecto de Andalucía en 1983 y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz en 1985.
Son numerosos los premios y
reconocimientos que recibió. Además, su larga vida, vivió 96 años, ayuda a que su obra alcance una máxima notoriedad.
Publica sus memorias bajo el título de La arboleda perdida. En la próxima entrada veremos como se
desarrolló su vida, además de sus obras más notables.
Os dejo con esta preciosa canción , que canta su poema “La paloma”. Sé que a muchas personas no les
gustan demasiado estos animales y que las asemejan a ratas voladoras (como, por
ejemplo, a la madre de mis amigas María y Marta, jeje) pero supongo que es
cuestión de verles el lado positivo, y para gustos: los colores. A Alberti le gustaba mucho nombrarlas en sus textos.
El poema, desde luego, es muy
bonito, y más, cantado por Serrat.
Besos y ¡hasta la semana que viene!
Se equivocó la paloma,
Se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
Creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo
Que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío,
Que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
Que tu corazón su casa.
(Ella se durmió en la orilla,
Tú en la cumbre de una rama.)
Se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
Creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo
Que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío,
Que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
Que tu corazón su casa.
(Ella se durmió en la orilla,
Tú en la cumbre de una rama.)
Qué recuerdos! Me aprendí en el cole a galopar y la paloma...qué blog tan chulo, Elen
ResponderEliminarGracias, Cris guapa
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