lunes, 6 de mayo de 2013

ROSALIA DE CASTRO (I)







Rosalía de Castro nació en Santiago de Compostela  el 24 de Febrero de 1837, murió el 15 de Julio de 1885 en Padrón. Es una representante muy importante del siglo XIX, que destacó, sobre todo, por su poesía, y que también escribió novela, tanto en lengua portuguesa como española. Sus tres obras clave: Cantares Gallegos, Follas Novas y En las orillas del Sar.

Símbolo del  pueblo gallego, sus cantares fueron la primera gran obra de la literatura gallega contemporánea. Es considerada, junto a Bécquer, como la precursora de la poesía española moderna.
Para entender mejor su figura hay que entender que la época en la que le tocó vivir no era nada fácil. La lengua gallega había quedado reducida a dialecto, y había que romper con el sentimiento de indiferencia hacia esta lengua, y con el consiguiente desprestigio social. Sin embargo, al ser la lengua de la clase minoritaria dominante, con sus Cantares Gallegos consiguió afianzar el renacer cultural de la lengua.

Actualmente, la figura de Rosalía de Castro y sus creaciones literarias continúan siendo objeto de una abundante bibliografía y atención crítica, tanto en España como en el extranjero. Tanto, que sus obras han sido traducidas al alemán, al ruso, al francés, incluso al japonés.









Hoy me voy a centrar en su infancia, el próximo día veremos el resto. Nació, como hemos dicho,  en la madrugada del 24 de febrero de 1837; era hija natural de un sacerdote y de una hidalga soltera, con orígenes humildes y escasos recursos económicos. Poquitas horas después de su nacimiento, fue bautizada con el nombre de María Rosalía Rita, figurando como hija de padres desconocidos. Este hecho hace que los biógrafos hayan omitido el dato, tanto del tema de su nacimiento, como de la condición eclesiástica de su padre. En realidad, se hizo cargo de ella María Francisca Martínez, madrina y fiel sirviente de su madre:

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«En veinte y cuatro de febrero de mil ochocientos treinta y seis, María Francisca Martínez, vecina de San Juan del Campo, fue madrina de una niña que bauticé solemnemente y puse los santos óleos, llamándole María Rosalía Rita, hija de padres incógnitos, cuya niña llevó la madrina, y va sin número por no haber pasado a la Inclusa; y para que así conste, lo firmo.»




Aunque me imaginaba qué podía ser la Inclusa, no sabía exactamente qué era, así que aclarar que El Hospital de la Inclusa se trataba de un hospital para niños expósitos que se encontraba en las cercanías de la Puerta del Sol de Madrid.
En él se recogían, no sólo a los niños abandonados en las calles, sino también a los recién nacidos en los hospitales de la Pasión y Los Desamparados, así como los depositados en la propia casa refugio.








Hasta que cumple los ocho años se queda al cuidado de su tía paterna en la aldea de Castro de Ortoño, que pertenece al municipio coruñés de Ames. Y es en esta etapa donde más se familiariza con la dureza de la vida del labriego gallego y con el mundo rural de la Galicia profunda, que tanto influirá posteriormente en sus Cantares Gallegos.

En torno a 1850, se traslada a Santiago de Compostela, junto a su madre ( ya había convivido con ella en Padrón). Dedicándose, sobre todo, a la música y al dibujo, que era entonces lo más dado en la educación de las mujeres.
Establecerá  contacto con personalidades destacadas como Manuel Murguía, Eduardo Pondal y Aurelio Aguirre. Con este último se piensa que mantuvo una relación sentimental, de la que deja huella en algunos de sus  poemas.
Vamos a ver algunos de ellos: 



Yo no sé lo que busco eternamente


Yo no sé lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo;
yo no sé lo que busco; pero es algo
que perdí no sé cuando y que no encuentro,
aún cuando sueñe que invisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo.
Felicidad, no he de volver a hallarte
en la tierra, en el aire, ni en el cielo,
y aún cuando sé que existes
y no eres vano sueño!




Negra sombra se tiene como uno de los cantos más bellos de Galicia, y sus letras se funden con un trazo melódico; que a partir de ahí no pueden considerarse separadamente.



http://youtu.be/bKyV23TssEY




Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombra,
A los pies de mis cabezales,
Tornas haciéndome mofa.

Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que zumba.

Si cantan, eres tú la que cantas,
Si lloras, eres tú que lloras,
Y eres el murmullo del río,
Y eres la noche y eres la aurora.

En todo estás y tú eres todo,
para mí y en m misma moras,
ni me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras




En los ecos del órgano, o en el rumor del viento

En los ecos del órgano, o en el rumor del viento,
en el fulgor de un astro o en la gota de lluvia,
te adivinaba en todo, y en todo te buscaba,
sin encontrarte nunca.
Quizás después te ha hallado, te ha hallado y ha perdido
otra vez de la vida en la batalla ruda,
ya que sigue buscándote y te adivina en todo,
sin encontrarte nunca.
Pero sabe que existes y no eres vano sueño,
hermosura sin nombre, pero perfecta y única.
Por eso vive triste, porque te busca siempre,
sin encontrarte nunca.





Os dejo con una canción muy bonita de Amancio Prada, que se basa en uno de sus poemas.
Un beso, y hasta la semana que viene.








2 comentarios:

  1. Enhorabuena Elena!. Un blog muy interesante e ilustrativo. Sobre lo que nos gusta y desde el corazón. Será un gusto seguirte. Nos vemos el martes. Nuria.

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  2. ¡Muchas gracias, Nuria!¡Me alegra que te guste!

    Un beso.

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