Son muchos los autores que hablan
de las pequeñas cosas.Lo cierto es que vivimos en un mundo de constante estrés
en el que se han perdido muchos valores, en los que lo material se impone, y en
el que la vida se nos queda corta. Un mundo en el que somos victimas de una
violencia pública y que se permite, un mundo en el que abundan los políticos
incorruptos, que roban descaradamente, da igual del partido que sean, mientras
miles de personas no tienen qué llevarse a la boca. Creo que generalizar nunca
es bueno, y no dudo de que haya muchas personas que ejercen perfectamente su
papel. Pero parece que últimamente nos estamos acostumbrando a lo que jamás
debería acostumbrarse el ser humano. Y creo que lo peligroso es dejarse llevar
por ese estado caótico y caer en depresión. A veces hay que darse un toque a
uno mismo y “despertar”.
Define el diccionario costumbre como
un hábito adquirido por la práctica frecuente de un acto, y dice que las costumbres
de una nación o de las personas son el conjunto de inclinaciones y
de usos que forman su carácter nacional distintivo.
Generalmente se distingue entre
las que cuentan con aprobación social, y las malas costumbres, que son
relativamente comunes, pero no cuentan con aprobación social, y a veces leyes
han sido promulgadas para tratar de modificar las costumbres.
Aquí quizás esté el problema.
Hemos convertido algunas malas costumbres, si no en costumbres buenas, sí en
costumbres consentidas.
Creo que la “costumbre buena” es
buena en cuanto que ayudar a establecer un determinado equilibrio, un orden, constancia, ayudar a conseguir
la armonía. Pero es peligrosa siempre que en ella reine la monotonía hasta el
punto de que no nos pongamos a reflexionar el porqué se hace algo de una
determinada manera.
La monotonía es la gran
destructora de todo. Para mí, que veo la vida como algo que hay que aprovechar,
me parece uno de los peores enemigos: para las relaciones, para un trabajo,
para la vida en sí misma. Hay que aprender a reinventarse a cada hora, a cada
paso, para que esta sensación de tedio no pueda con nosotros Creo que en este pensamiento coincido con el francés
Charles Baudelaire, que hablaba en muchos de sus poemas de este aspecto.
No dejar que la vida se escape, y recordárnoslo cada día. Si ahora mismo, que
estoy escribiendo esto, me paro a pensar sobre qué es lo que realmente merece
la pena, y aunque parezca un tópico, siempre me da por pensar en las pequeñas
cosas. Y cierro los ojos un instante e
intento sentir, y entonces todas las imágenes vienen agolpadas, e
inevitablemente sonrío. A esas pequeñas cosas me refiero:
“Un vaso de agua cuando estás a punto de
desfallecer, despertarme, sin prisas, con mi canción preferida de fondo, mientras
la luz entra por la ventana; desayunar mirando al mar, un amanecer, un
atardecer, una cena con mis amigas, ver Pretty Woman por undécima vez, un viaje
de fin de curso, una escapada a un hotel
de playa sin aire acondicionado, un viaje relámpago sin programar, la sensación
que tuve cuando, al fin, terminé derecho. Mis clases de literatura en una
antigua facultad, de la que parecen haberse olvidado, y a lo que gracias
conserva esa magia tan especial, ser sincero con uno mismo.
La libertad que me produce que
haya gente que disfrute de las mismas cosas de las que disfruto yo, el amor
incondicional de mis padres, mi querida hermana, mis primos, mi familia, en
general. Mis abuelos, que se fueron, pero a los que nunca olvido. Mis viajes en
tren, que me dan la oportunidad de escribir, el recuerdo del olor del campo
extremeño, la playa, la música, mis tortugas; hacer, por primera vez, algo que
nunca has hecho.
La satisfacción que se me queda
cuando pienso algo y soy capaz de plasmarlo en palabras, andar descalza, el
momento de escribir este blog,dos ancianos de la mano, mis divertidas escapadas
a Gandía, un viaje a Andalucía extremadamente caluroso, en un coche antiguo, sin aire, y encontrarte a Alejandro
Sanz en un bar de carretera, una cama de hotel que se desmonta con mirarla, un
regalo a destiempo, un encuentro casual, una retirada a tiempo.
Unas sandalias nuevas, el olor a
primavera, el color de la sandía, una flor abierta, un avión que despega, un
poema en el tren, un helado en invierno, una ducha al final del día, una vela encendida,
el olor a incienso, una fresa, una copa de
vino a la vuelta del trabajo, una película de Woody Allen y una manta un
frío día de invierno, un delfín, una buena intuición que se cumple, una mirada
profunda, una sonrisa a ciegas, el olor
que se queda tras la lluvia, un cuento de
navidad, un vacío que se llena.
La sensación de haber hecho todo
lo que has podido, una carcajada, el
recuento de tus logros, un mensaje que enamora, un sueño cumplido, un camino
por andar, volver a empezar, un baño con sales, una ironía que suaviza el alma,
contemplar el fuego de una chimenea, la comida de mi madre, un chiringuito de
playa, la lluvia a través del cristal, una escapada al Escorial, un café en un
sitio bohemio, un cocido madrileño, una visita a una iglesia cuando todo está en silencio; el pensamiento,
cuando nos ocurre algo, de que siempre
podía haber sido,un tango de Julio Iglesias, una planta
mustia que empieza a brotar, el derecho a tener un mal día.
Una canción de Richard Clayderman,
el olor a limpio, el olor de la casa de mis abuelos, la magia, un gin tonic, la
fantasía, un libro antiguo, los sueños,quererse a uno mismo, mi diario, caer rendida cuando desfallezco de sueño, un gracias, un
hasta pronto, un reencuentro, una mirada furtiva, volver a desear, el amor, un
capricho merecido, un baño a cuarenta grados, la luna, una estrella, el rojo,
la pasión. LA VIDA."
E. G. M
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