lunes, 15 de julio de 2013

LAS PEQUEÑAS COSAS (I)












Son muchos los autores que hablan de las pequeñas cosas.Lo cierto es que vivimos en un mundo de constante estrés en el que se han perdido muchos valores, en los que lo material se impone, y en el que la vida se nos queda corta. Un mundo en el que somos victimas de una violencia pública y que se permite, un mundo en el que abundan los políticos incorruptos, que roban descaradamente, da igual del partido que sean, mientras miles de personas no tienen qué llevarse a la boca. Creo que generalizar nunca es bueno, y no dudo de que haya muchas personas que ejercen perfectamente su papel. Pero parece que últimamente nos estamos acostumbrando a lo que jamás debería acostumbrarse el ser humano. Y creo que lo peligroso es dejarse llevar por ese estado caótico y caer en depresión. A veces hay que darse un toque a uno mismo y “despertar”.

Define el diccionario costumbre como un hábito adquirido por la práctica frecuente de un acto, y dice que las costumbres de una nación  o de las personas son el conjunto de inclinaciones y de usos que forman su carácter  nacional  distintivo.
Generalmente se distingue entre las que cuentan con aprobación social, y las malas costumbres, que son relativamente comunes, pero no cuentan con aprobación social, y a veces leyes han sido promulgadas para tratar de modificar las costumbres.

Aquí quizás esté el problema. Hemos convertido algunas malas costumbres, si no en costumbres buenas, sí en costumbres consentidas.

Creo que la “costumbre buena” es buena en cuanto que ayudar a establecer un determinado  equilibrio, un orden, constancia, ayudar a conseguir la armonía. Pero es peligrosa siempre que en ella reine la monotonía hasta el punto de que no nos pongamos a reflexionar el porqué se hace algo de una determinada manera.

La monotonía es la gran destructora de todo. Para mí, que veo la vida como algo que hay que aprovechar, me parece uno de los peores enemigos: para las relaciones, para un trabajo, para la vida en sí misma. Hay que aprender a reinventarse a cada hora, a cada paso, para que esta sensación de tedio no pueda con nosotros Creo que  en este pensamiento coincido con el francés Charles Baudelaire, que hablaba en muchos de sus poemas de este aspecto.

No dejar que la  vida se escape, y  recordárnoslo cada día. Si ahora mismo, que estoy escribiendo esto, me paro a pensar sobre qué es lo que realmente merece la pena, y aunque parezca un tópico, siempre me da por pensar en las pequeñas cosas. Y cierro los ojos un instante  e intento sentir, y entonces todas las imágenes vienen agolpadas, e inevitablemente sonrío. A esas pequeñas cosas me refiero:






“Un  vaso de agua cuando estás a punto de desfallecer, despertarme, sin prisas, con mi canción preferida de fondo, mientras la luz entra por la ventana; desayunar mirando al mar, un amanecer, un atardecer, una cena con mis amigas, ver Pretty Woman por undécima vez, un viaje de  fin de curso, una escapada a un hotel de playa sin aire acondicionado, un viaje relámpago sin programar, la sensación que tuve cuando, al fin, terminé derecho. Mis clases de literatura en una antigua facultad, de la que parecen haberse olvidado, y a lo que gracias conserva esa magia tan especial, ser sincero con uno mismo.

La libertad que me produce que haya gente que disfrute de las mismas cosas de las que disfruto yo, el amor incondicional de mis padres, mi querida hermana, mis primos, mi familia, en general. Mis abuelos, que se fueron, pero a los que nunca olvido. Mis viajes en tren, que me dan la oportunidad de escribir, el recuerdo del olor del campo extremeño, la playa, la música, mis tortugas; hacer, por primera vez, algo que nunca has hecho.

La satisfacción que se me queda cuando pienso algo y soy capaz de plasmarlo en palabras, andar descalza, el momento de escribir este blog,dos ancianos de la mano, mis divertidas escapadas a Gandía, un viaje a Andalucía extremadamente caluroso, en un coche antiguo, sin aire, y encontrarte a Alejandro Sanz en un bar de carretera, una cama de hotel que se desmonta con mirarla, un regalo a destiempo, un encuentro casual, una retirada a tiempo.

Unas sandalias nuevas, el olor a primavera, el color de la sandía, una flor abierta, un avión que despega, un poema en el tren, un helado en invierno, una ducha al final del día, una vela encendida, el olor a incienso, una fresa, una copa de  vino a la vuelta del trabajo, una película de Woody Allen y una manta un frío día de invierno, un delfín, una buena intuición que se cumple, una mirada profunda, una sonrisa a  ciegas, el olor que se queda tras  la lluvia, un cuento de navidad, un vacío que se llena.

La sensación de haber hecho todo lo que has podido, una carcajada,  el recuento de tus logros, un mensaje que enamora, un sueño cumplido, un camino por andar, volver a empezar, un baño con sales, una ironía que suaviza el alma, contemplar el fuego de una chimenea, la comida de mi madre, un chiringuito de playa, la lluvia a través del cristal, una escapada al Escorial, un café en un sitio bohemio, un cocido madrileño, una visita a una iglesia  cuando todo está en silencio; el pensamiento, cuando nos ocurre algo, de  que siempre podía haber sido,un tango de Julio Iglesias, una planta mustia que empieza a brotar, el derecho a tener un mal día.

Una canción de Richard Clayderman, el olor a limpio, el olor de la casa de mis abuelos, la magia, un gin tonic, la fantasía, un libro antiguo, los sueños,quererse a uno mismo, mi diario, caer rendida cuando desfallezco de sueño, un gracias, un hasta pronto, un reencuentro, una mirada furtiva, volver a desear, el amor, un capricho merecido, un baño a cuarenta grados, la luna, una estrella, el rojo, la pasión. LA VIDA."

                                                                                                                                          
                                                                                                                                              E.G.M


























































             E. G. M

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