Estaba ordenando, y encontré algo
que guardé hace años, que he vuelto a releer, y que me ha encantado. Es un
artículo de la periodista Mariana Jara.
Espero que os guste.
¿Quién sabe dónde se va el amor
cuando desaparece? Hubo un tiempo, hace siglos, o así me lo parece, en que no
hice planes más allá de una cena, un beso o una canción y entregué sin miedo mi
corazón. Sólo que esa vez salió todo mal y terminó en dolor. Aun así, a pesar
de todo y de nada, luego de un largo y difícil camino me invadió una sensación
de tranquilidad. y aunque sufrí, también resurgí, renací y sobre todo crecí.
Al principio del final, todo fue caos y parecía que el corazón se desgarraba de dolor. Todo por lo que en algún momento aposté, lo perdí. Y llore muchas lágrimas amargas, pero tuve suerte, porque justo en el momento en que creía que me ahogaba en el sufrimiento alguien me sopló al oído una vieja y sabia frase: "Lo que no te mata te fortalece". Y aunque en el fondo de mi piel parecía imposible la redención, el tiempo todo lo pone en su lugar. Así que con esfuerzo y con mucha voluntad, al principio, aparqué el dolor, pero a éste le sobrevino una nueva sensación. Una indolente tristeza, efecto de los sueños rotos, las ilusiones que quedaron pendientes y las palabras que no supieron sobrevivirle al silencio. Entonces, otro duende mágico me señaló el camino y me consoló diciéndome: "a veces nos toca ganar y otras perder, nada es definitivo en esta vida. lo importante no es la duración, sino la intensidad, el atreverse a vivir, a sentir y sobre todo -me recalcó- a entregar amor". Entonces me quedé tranquila por todo lo que había regalado.
Al principio del final, todo fue caos y parecía que el corazón se desgarraba de dolor. Todo por lo que en algún momento aposté, lo perdí. Y llore muchas lágrimas amargas, pero tuve suerte, porque justo en el momento en que creía que me ahogaba en el sufrimiento alguien me sopló al oído una vieja y sabia frase: "Lo que no te mata te fortalece". Y aunque en el fondo de mi piel parecía imposible la redención, el tiempo todo lo pone en su lugar. Así que con esfuerzo y con mucha voluntad, al principio, aparqué el dolor, pero a éste le sobrevino una nueva sensación. Una indolente tristeza, efecto de los sueños rotos, las ilusiones que quedaron pendientes y las palabras que no supieron sobrevivirle al silencio. Entonces, otro duende mágico me señaló el camino y me consoló diciéndome: "a veces nos toca ganar y otras perder, nada es definitivo en esta vida. lo importante no es la duración, sino la intensidad, el atreverse a vivir, a sentir y sobre todo -me recalcó- a entregar amor". Entonces me quedé tranquila por todo lo que había regalado.
Hoy ese oleaje perturbador ha
desaparecido de mi corazón y a esa tristeza contenida ha dado paso finalmente a
una cómoda y dulce tranquilidad. Fue entonces, durante esa calma, cuando pude
guardar las fotos que todavía tenía pegadas en la retina y fue, por primera
vez, capaz de preguntarme con verdadera ansiedad cuáles serían las próximas.
Y aunque me invadió la melancolía, ya no tenía
aroma a desesperación, porque entendía el valor de una despedida a tiempo y
aunque en una primera mirada pueden parecer tremendamente desgarradoras también
resultan reconfortantes al saber que se quedarán pegadas a tu piel como promesa
para mejores intentos.
Guardé pensativa el cariño en el
baúl de los recuerdos, no sin antes volver a mirar esos ojos que me observaban
fijamente desde un papel, pero no encontré la intensidad que antes reflejaban e
intenté llamar a esas lágrimas de sal que tantas noches me acompañaron. Sin
embargo, aunque algunas se asomaron, ya no tenían ese sabor. Entonces pensé que
tal vez me había endurecido demasiado, porque mi corazón ya abría esa
cerradura. Busqué largamente la razón del desamor y me di de bruces con la
realidad y, por ello, también con la decepción que fue carcomiendo el amor. Y
concluí que tal vez el amor no se va a ninguna parte, simplemente se evapora,
de forma mágica y extraña, de la misma forma en que nació, etéreo, intangible y
juguetón.
Hoy cada día empieza de forma diferente y los momentos pasan suaves y ya no duelen. Ahora empiezo a escuchar nuevas risas y nuevas historias por hacer. Vuelven a surgir estrellas y vuelvo a peinar mi vida con ilusión, no es un camino fácil. Seguro que no, pero es parte de un gran aprendizaje.
Hoy cada día empieza de forma diferente y los momentos pasan suaves y ya no duelen. Ahora empiezo a escuchar nuevas risas y nuevas historias por hacer. Vuelven a surgir estrellas y vuelvo a peinar mi vida con ilusión, no es un camino fácil. Seguro que no, pero es parte de un gran aprendizaje.
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