lunes, 1 de abril de 2013

ENRIQUE GRACIA (II) RASTRO DE MADRID









Hoy vamos a hablar de un "trocito" de la capital de España. Y qué mejor manera de hacerlo que con Mentidero de Madrid, de Enrique Gracia. El domingo pasado estuve en el rastro, y me dije que sería una buena entrada, así que allá vamos. Os pongo unas fotitos de un  domingo 17 de Marzo de 2013 ( hechas por el maravillloso fotógrafo Antonio,jeje) , espero que os gusten.
Iba a buscar una introducción para ver el origen de la zona que tanta tradición lleva a sus espaldas, pero creo que Enrique, en pocas frases, lo resume a la perfección, así que os dejo con ellas:





“La ribera de Curtidores toma el nombre de los muchos trabajadores de este oficio que había en la zona. Por allí cerca se instaló el primer matadero municipal a finales del siglo XV (luego más abajo, junto al río) y por allí subían los carromatos con reses muertas hacia las zonas de las carnicerías cercanas a la Plaza Mayor o el barrio de Lavapiés cuando, tras la expulsión, ya no era la judería madrileña.
El rastro de sangre que inevitablemente teñía el suelo de aquel camino dio nombre a la zona y luego al mercado de objetos viejos que es el famoso Rastro madrileño.
Es lógico que en todo ese entorno de las afueras con arroyos que bajaban hacia el río se situasen —siglo XV y siguientes— mataderos, talleres de curtidores, carnicerías e incluso cuchillerías y vaciadores. El agua era para ellos especialmente necesaria. 
Resulta curioso que el verbo afanar sea básicamente entregarse al trabajo con esfuerzo y vehemencia pero se use también, vulgarmente, con el significado de hurtar o estafar. Ambas condiciones se dan en el famoso Rastro madrileño.”









Es curioso pararse a pensar por qué las calles se llaman de una determinada manera y no de otra. Creo que antes nunca me fijaba, pero últimamente me ha dado por analizar mucho más cada sitio por el que paso, respirar la esencia del lugar, pensar qué gentes habitan en él.
Un día íbamos paseando por el barrio de los Austrias en una de las visitas guiadas por mi tía, que tan bien nos enseña el “Madrid profundo” y sus curiosidades, y mi amiga Elena hizo una reflexión. Siempre que pasaba por un lugar imaginaba qué estarían haciendo las personas que habitan en  cada uno de los espacios del mundo, cómo serían sus vidas,etc. Ahora miro todas las ventanas cuando paseo relajada por cualquier calle.







Centrándonos en el paseo por el rastro, creo que lo que más llama mi atención es el olor a antigüedad que se respira nada más poner un pie en el lugar. Lo antiguo tiene una magia que no posee lo nuevo. Si tuviese que decorar una casa, creo que tiraría hacia lo moderno, y sin embargo, el halo que ofrece lo antiguo no tiene nada que envidiarle, e incluso me atrevería a decir  que le es necesario.
La belleza de un paseo por los barrios más castizos de Madrid no tiene precio. Vivo cerca de la capital  y no lo conocí  realmente hasta el pasado año. Y me queda mucho por conocer.








Un domingo en el rastro es que como trasladarse años atrás. Eso gusta, porque se rompe con la rutina del estrés y las prisas con las que vivimos habitualmente.
Entonces te das cuenta de la magnitud del espacio en el que vives. Cuando ves a un señor, machacado por los años, con una expresión en los ojos que encierra historia, y un alma que desprende  una quietud, de la quizás muchos carecemos, es irremediable ponerse a comparar. Cuando ves que en su puesto hay un cartel donde se anuncia “Todo a 0,50 €” y ves una muñeca sin cabeza, un tornillo que posiblemente ya no tenga cabida en ningún agujero, o un objeto del que se desconoce su utilidad, es entonces cuando te detienes y piensas ¿Qué importancia puede tener todo lo demás en este preciso instante, cuando aún queda gente que se gana la vida vendiendo un muñeco viejo que carece de extremidades?, ¿ Es quizás una lección para los que tenemos cabeza y ojos, para los que tenemos el privilegio de poder ver y la mayoría de las veces no vemos? Ver y contemplar. Habría que hacer más esto último.
Cuando mi hermana era pequeña y fue en una ocasión al rastro se quedó obsesionada porque había visto una muñeca sin cabeza, y no quería volver. Era demasiado joven para entender que en el mundo faltan demasiadas...











Os transcribo uno de los poemas que viene contenido en el libro, relacionado con el  tema al que hago hoy referencia,  y que me encanta.



RIBERA DE CURTIDORES (“El Rastro”)


“Somos todo lo honrados que usted quiera creer”
                                                   (Patxi Andión)



Hay lugares extraños donde el vidrio reluce como los pies de un santo, y los santos se agrupan en madera o en sueño, y los sueños recuerdan al óxido y al grito, y los gritos no saben más que de profecías.

Hay lugares donde las profecías son artificio y cruz, y las cruces aún buscan su cristo o su pasado, y el pasado es ahora y es mañana, y mañana es ayer, y ayer huele a silencio y a cerveza.

Hay lugares donde toda cerveza busca el canto, y el canto tiene agujas en las manos, y la mano se afana.

Hay lugares donde el afán es múltiple y redondo, y lo redondo tiene forma de estuche, y los estuches contienen el recuerdo y sus perlas, y las perlas son ojo de cristal, el ojo de cristal mira con insolencia, y la insolencia a veces desayuna.

Hay lugares donde se desayuna con los viejos cacharros de la infancia, y la infancia es un globo, un tirachinas, una capucha verde, y la capucha entiende de las lluvias en todos los relojes, a pesar de ser verde.

Hay lugares donde el reloj no importa más que el aire de la mano, su dorso, su dibujo, su talento que ofrece, toma, quita o da. Y la mano se afana.

Hay lugares donde el afán es página de libro, y el libro sabe todas las respuestas, y las respuestas callan y compran un lápiz de colores, y el color es tan ciego como algunas cucharas, y las cucharas tienen triste los párpados, y el párpado es tristeza en un salero, y el salero es azul.

Hay lugares donde el azul recuerda que fue rojo, y el rojo anda buscando su camisa, y la camisa juega con el plato, y el plato es cerámica esmaltada, y el esmalte conoce un corazón de niña, y la niña se duerme en la trastienda, y la trastienda es gato cascabel de gato.

Hay lugares extraños donde los cascabeles suenan a concierto de espuma, y la espuma es la mano. Y la mano se afana. 






Cerramos el blog de hoy  con Joaquín Sabina y su famoso “Pongamos que hablo de Madrid”
Qué tengáis una buena semana!



                                                 http://youtu.be/4dneHTCn0ic


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